Marruecos en Moto I - PROLOGO

Empezamos con el prólogo para contar la experiencia del viaje a Marruecos, siendo el primer “gran” viaje que hacía, y esperando que pueda servir a más gente que se decida a hacerlo y pueda encontrar los consejos que por mi experiencia puedo dar.

El viaje lo hicimos a principios de septiembre del año 2015, aunque, como es normal, todo empezó meses antes, y más aún para un viaje como este, que el desconocimiento de lo que te vas a encontrar o como va a ser, hace que vayas mucho más preparado.



Moto preparada para la salida, la primera etapa del viaje solo, por eso hay menos carga.

El primero consejo es leer mucho acerca de Marruecos. Por una parte información básica y ver un poco los mapas para conocer la geografía y el clima que nos podía esperar en esas épocas, y sobre todo, en mucho hilos de foros de motociclismo (BMW Motos, GS Trail…) dónde se cuenta con las experiencias de otras personas que han hecho el viaje, y lo más importante, en las mismas condiciones, en moto.

Otro detalle importante a destacar para quién esté pensando en hacer este viaje en moto es que lo que aquí se describe transcurre solo por carretera, no hay parte off no hay desierto ni se toca lo marrón salvó en pequeños tramos que no había más remedio por carreteras deterioradas o cortadas. Por precaución decidimos evitarlo, ya que íbamos solos.

Para el descanso siempre elegimos Riads (condiciones y precio espectaculares) prescindiendo de tienda campaña, acampadas libres, o ir a la aventura a un país que no controlábamos y considerábamos muy alejado de la cultura europea.


Cerca de Tanger

El presupuesto del viaje no estaba cerrado, pero como siempre en estos casos, me gusta más el lado low cost, (y el ahorra destinarlo a gasolina ;) ) y en Marruecos, al menos en esa época, es posible y cómodo hacer viajes de este tipo.

A grandes rasgos, decir que los alojamientos estaban muy bien ubicados en las medinas, muy bien equipados, limpios y con todas las comodidades y, respecto a Europa, precios muy asequibles.

Normalmente estos alojamiento incluían el desayuno. La comida la hacíamos habitualmente en ruta y consistente en sándwich o cualquier cosa que pudiésemos transportar y preparar en el camino (llevamos desde España comida para hacer los sándwich y el pan lo comprábamos allí), y la cena la hacíamos en la ciudad que estuviésemos, procurando que fuese dentro de las medinas, y donde viésemos que lo hacían los lugareños (los parroquianos).

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