Viaje al Sur y el Algarve - ETAPA 6 - Y, a casa...


Esto ya se acaba, es el principio del fin del viaje... Esa es la sensación al cargar la moto el último día, el día del regreso. Aunque por una parte a veces también se tienen ganas de volver - por cansancio de los kilómetros acumulados, porque el viaje no haya sido lo esperado, o mil motivos - siempre el último día da pena ver que no quedan días de moto, de viaje, y de "a saber lo que te encuentras hoy..." 

Bueno, antes de todo eso despertarse, desayunar bien, que estaba incluido en el precio del Hotel, un desayuno casero y agradable, podías hacerlo en la cocina, en el salón, en la terraza, no ponían pegas y todo eran facilidades.

Estaban desayunando unas señoras portuguesas, no la vi ni las oí el día anterior, pero parecía viaje de negocios. Tampoco me enteré mucho cuando desayunaban porque hablaban muy rápido, y el portugués solo de entiende un poco si lo hablan despacio. 

Por la ventana de mi habitación ya había visto todas las motos que se concentraron por la noche en el porche del hotel, y las que tuvieron que dejar fuera porque no cabían. El grupo portugues iba muy bien preparado, además de en cuanto a las motos que llevaban, muchas BMW (GSs y RTs), alguna Africa Twin, y otros "elefantes" del estilo... y con buenos equipos, también llevaban un coche de apoyo. No les faltaba un perejil.

Por la noche no los oí. No se si estaban en el hotel o habían salido a cenar, y creo que estaba tan cansado que dormí sin oír ni un solo ruido. Por la mañana, cuando yo estaba camino de mi habitación para recoger las cosas y salir, bajaban ellos a desayunar. Eran mucho, y tocaba el saludo de rigor al cruzarnos y ver que ellos y yo llevábamos el mismo tipo de ropa. Por fin se dieron cuenta de quién era la moto española que había allí.

Acabé de recoger mis cosas y cargue la mochila. El resto de equipaje ya lo había metido antes. Unos de los portugueses salió para apartar un poco la moto y dejarme salir con más facilidad. Se ve cuando la gente es consciente de lo que puede llegar a pesar una moto de esas características cargada, y lo difícil que resultan las maniobras en poco espacio.

Con toda esta historieta que os he contado, y apuse rumbo a la frontera. La verdad que no esperaba mucho del tramo que me quedaba ya que discurría por Gredos, por una zona que ya había recorrido en más de una ocasión.

Salida de Portugal, en el Parque Natural Tajo Internacional

Era pronto cuando salí, pero ya se empezaba a entrever que el día iba a ser de calor, y yo con la ropa de invierno (menos mal que desmonté los forros).

A no muchos kilómetros de Castelo Branco ya llegue al Parque Natural Tajo Internacional, dónde estaría lo que en su día fue la frontera entre los dos países, y que hoy ya solo es un puente sobre el río Erges. Es cierto que viéndolo es facil imaginar como sería aquel paso en los tiempos en que estaban las fronteras. Aún hoy parece que se echan de menos.

Una pequeña parada, unas pocas fotos y a continuar la ruta, que mi idea era llegar a casa para comer y descansar allí. Pero a los pocos kilómetros llegue al embalse de Alcántara, y la zona y las vistas casi que obligaban de nuevo a parar. No tenía mucho tiempo, no por obligación, si no porque ya tenía una idea de los horarios, y el calor ya apretaba, así que decidí apuntarme el sitio para volver en otra época con más calma, pero hoy tocaba apretar un poco y seguir.

No aguanté mucho más, quizás 100 kilómetros o menos, cuando el calor ya se hacía un poco pesado por esa zona, y decidí parar a tomar un café. Se ve que me vio con cara de calor el camarero y decidió que lo mejor era un café hirviendo, que junto con unos churros me hicieron parecer que lo de fuera no era calor. Y la temperatura no era demasiado alta, otras veces me ha tocado ir pasando los 40 grados, pero la ropa no era la apropiada, y el cansancio se acumulaba, así que un tirón más para acercarme a casa.

Recorté un poco la ruta, quería ir a Hervás, pero finalmente lo descarte para quitarme kilómetros vías Plasencia, dónde paré de nuevo a echar gasolina y beber agua. Se me estaba haciendo el día pesado. Unos minutos en la gasolinera y otro tramo más. Esta vez avancé bastante por la Sierra de Gredos, claro está, porque la temperatura era más baja allí, pero también paré a hacer otro descanso.

Lo podéis ver en el vídeo de más abajo, y en las pocas fotos que he subido, que no tenía ganas de grabar ni de perder más tiempo, que otras veces no me suponen ningún esfuerzo...

Al salir de Gredos se vuelve otra vez poco a poco a la parte baja que va por zonas llanas y valles entre las provincias de Ávila, Madrid y Toledo. Arenas de San Pedro, el Valle del Tietar, aún son zonas "frescas" en las que respirar un día como ese, pero pronto llegaría la llanura de Cadalso de los Vidrios, Aldea de Fresno. Y si, aunque hay días que la ruta para desquitarte del mono de moto te llevan hasta Arenas de San Pedro y volver sin apenas bajarte de la moto, este día no pudo ser, y al poco de pasar Aldea de Fresno pare una vez más.



Quedaban pocos kilómetros, quizás 50, y lo sabía, conocía esa zona. Pero había pasado el mediodía y la hora de comer, y yo no había probado bocado por la idea que se me había metido en la cabeza de llegar a casa. No quería parar en un restaurante, por manías mías quizás, que algún día contaré (el tema de las paradas con la moto, en mi caso dan para un libro), así que busqué una sombra de un árbol, saqué unas barritas de cereales que llevaba, unos pistachos que compré en Barreiro y agua, y allí comí, muy a gusto, por cierto.

Estaba a unos 40 minutos de casa, pero no llegaba. Bueno, si, pero ya no le veía sentido. Iba a comer muy tarde, y a disgusto, por estar con toda la ropa de la moto, así que toco comida campestre.

Acabado el descanso afronté el ultimo sprint, no quedaba nada, pero el calor apretaba aún más. Como siempre en estos casos, aunque sea el último día y los últimos kilómetros, es cuando hay que llevar más cuidado e ir más atento, y yo me organicé bien porque ya llevaba toda la tarea hecha, ya me daba igual llegar media hora antes que después, así que puse ritmo de paseo y para cuando me quise dar cuenta estaba en casa duchándome y echando de menos el viaje...

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