Viaje al Sur y el Algarve - ETAPA 3 - El Rocio

Tercera jornada del viaje, y esperaba un día largo, aunque sobre el mapa no parece mucha distancia para ir desde Vejer de la Frontera a Vila Real de Santo Antonio, al final suponían más de 400 kilómetros, ya que no se puede ir por la costa y se necesita bordear el parque Nacional de Doñana.

La Marisma del Rocio

Con todo esto empezaba la ruta, madrugando un poco para aprovechar el fresco de la mañana, que mientras iba por la costa era muy agradable, pero luego cambiaría al poner rumbo al interior.

Desde Vejer quería pasar por San Fernando y llegar a Cádiz para pasar por la Caleta tranquilamente y hacer alguna foto, pero no siempre salen las cosas como quieres, y más cuando llegas a ciudades grandes en horas comerciales.

Efectivamente, desde San Fernando hasta Cádiz encontré bastante tráfico pero nada con lo que me encontré luego en Cádiz mientras circulaba paralelo a la playa de la ciudad y más cuando me aproximaba a la caleta. Tráfico y la moto cargada, no me gusta nada, y menos cuando pretendes disfrutar un poco de las vistas o ir tranquilo.

Poco más puede hacer que parar un poco para beber agua y quitarme algo de calor, junto a una pareja de moteros italianos, que pretendían hacer lo mismo y solo les dio para hacer unas pocas fotos y seguir.


Una lástima, porque me hubiera gustado estar un poco más, o un poco mejor en Cádiz, pero el tiempo y el calor empezaba a echarse encima, y tenía que salir en dirección al Puerto de Santa María para desde ahí llegar a Sanlúcar de Barrameda, dónde ya tocaba poner rumbo a Sevilla, lo que significa entrar hacia el interior y el calor.

Y efectivamente, así fue. Trebujena, Lebrija, Las Cabzas de San Juan... cada vez más calor... tanto que hice una nueva parada a refrescarme un poco y comer algo. Ese día sería la única comida hasta llegar a Portugal...

La idea era clara, bordear Sevilla por la SE40, tal como me indicaba el GPS, evitar el tráfico y ya volver a dirigirme hacia la costa por El Rocio. Pero no. El GPS marcaba la SE40, pero en la parte sur al parecer no está completada, así que continué buscándola sin saberlo hasta que me metí de lleno en Sevilla, a mediodía, con todo el tráfico para mi.

Después de ignorar por completo el GPS por un rato y tratar de ir hacía dónde yo creía que tenía que ir, y pasado un buen rato en tráfico y atascos para enlazar la carretera de Huelva, conseguí llegar a Aznalcazar, dónde ya me había librado de todo el tráfico, y desde allí, en dirección a Villamanrique de la Condesa para llegar a la siguiente parada, que sería en El Rocio.

Otra aventura aquí, había gente, como supongo que habrá siempre, pero no era agobiante, por ese lado todo correcto. Pero yo me quería aproximar lo máximo posible, así que vi el aparcamiento y para allá que me fui. Pero claro, como todo en El Rocio, es arena suelta (me lo imaginaba, lo había visto y me lo habían contado, pero aún con esas...), y una vez dentro ya casi es mejor continuar que volver. Prácticamente como ir por la arena suelta de la playa con la moto cargada, calor y sed... Aunque como decía en el otro post, sarna con gusto no pica.

Ya en El Rocio, una parada para descansar un poco más larga, refrescarme un poco y ver la zona, y además ver como salia de allí. El encargado del aparcamiento me recomendó ir lo más cerca del borde posible, que la arena estaba más compactada, y también me dijo que si me caía no pasaba nada con la arena, no me hacía daño. Se ve que la moto no era suya, y que nunca ha tenido que levantar una moto de ese tamaño... Pero su intención era buena.

Aparcado en El Rocío, una lástima que no se aprecié lo que me costo no caerme...

Ya desde allí otra vez costa, mejor temperatura, aunque calor, pero no tan agobiante como en el interior, para ir hasta Matalascañas y continuar, siempre que se podía, paralelo a la costa por El Rompido, Lepe, Isla Cristina, hasta la entrada a Portugal por Ayamonte.

Una lástima que las fronteras en Europa ya no existen. Bueno, tienen su parte muy buena, claro está, pero atravesar una frontera dónde aún están las garitas, da un toque más aventurero... En este caso, pro esta parte, simplemente es atravesar el puente sobre el Guadiana, mitad portugués mitad español, y ya está. Te das cuenta que está en otro país porque las señales cambian ligeramente.

Desde la frontera a Vila Real de Santo Antonio apenas eran 5 kilómetros, y ya tenia ganas de llegar. El hotel (Alojamiento Baixa Mar) estaba bien situado, aunque no era gran cosa. La habitación muy amplia, muy limpia, no era económico (tasa guiri). En realidad no es que fuese caro, Portugal no suele serlo, si no que solo puede coger una habitación que era triple la dejaban de uso individual.

Vila Real de Santo Antonio, aparcado en el hotel, frente al puerto.

La situación del hotel muy buena y pude dejar la moto en la misma puerta, a la vista desde la habitación. Estaba cerca del Ayuntamiento, por lo que aproveché para darme una ducha, poner todos los cacharros a cargar y ventilar la ropa, cambiarme y salir a dar un paseo y tomar una cerveza y cenar.

Portugal es barato tanto para los alojamientos como para la comida y bebida. Los alojamiento, por lo general son aceptables, limpios, aunque un poco antiguos, por mi experiencia. Pero también te encuentras sorpresas muy agradables, como la que os contaré en próximos posts de la etapa que acabó en Castelo Branco.

Y con esto acababa el día, a la cama cansado y a dormir para procurar salir temprano, aprovechando el cambio de hora de Portugal, gané una hora de descanso, pero me esperaba la etapa siguiente, la más larga del viaje, para llegar casi hasta Lisboa... pero esto, en un próximo capítulo.

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